Lectura Bíblica: Lucas 11, 9-13
La eficacia de la oración
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay algún padre entre ustedes que dé a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!».
Palabras de San Vicente:
«La Iglesia es como una gran mies que requiere obreros, pero obreros que trabajen. No hay nada tan conforme con el Evangelio como reunir, por un lado, luz y fuerzas para el alma en la oración, en la lectura y en el retiro y, por otro lado, ir luego a hacer partícipes a los hombres de este alimento espiritual. Esto es lo que hizo nuestro Señor y, después de Él, sus apóstoles».
«La oración es una elevación del espíritu a Dios, por la que el alma se despega como de sí misma para ir a buscar a Dios. Es una conversación del alma con Dios, una comunicación mutua, en la que Dios dice interiormente al alma lo que quiere que sepa y que haga, y donde el alma dice a su Dios lo que él mismo le da a conocer que tiene que pedir».
Oración final
Oh apóstol insigne de la caridad, glorioso San Vicente de Paúl, que extendiste tu celo por la salvación del prójimo y remedio de sus necesidades; alcánzanos del divino Apóstol de nuestras almas, Cristo Jesús, un verdadero espíritu de caridad animado, del cual nos entreguemos sin reservas a la práctica de las obras de misericordia, a fin de ser del número de aquellos de quienes está escrito: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia». Así sea. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.