Día 5: Novena a San Vicente de Paúl

Lectura Bíblica: Juan 7,25-33

Discusiones sobre el origen del Mesías

Algunos de Jerusalén decían: «¿No es este aquel a quien querían matar? ¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es». Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: «¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió». Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora. Muchos de la multitud creyeron en él y decían: «Cuando venga el Mesías, ¿podrá hacer más signos de los que hace este hombre?». Llegó a oídos de los fariseos lo que la gente comentaba de él, y enviaron guardias para detenerlo.

Anuncio de la partida de Jesús

Después Jesús dijo:
«Poco tiempo estaré aún con ustedes
y me iré a aquel que me envió.

Palabras de San Vicente:

«¿Qué es el Espíritu de nuestro Señor? Es un espíritu de perfecta caridad, lleno de una estima maravillosa a la divinidad y de un deseo infinito de honrarla dignamente, un conocimiento de las grandezas de su Padre, para administrarlas y ensalzarlas incesantemente».

«Los misioneros deben estar llenos del espíritu de compasión, ya que están obligados por su estado y por su vocación a servir a los más miserables, a los más abandonados y a los más hundidos en miserias corporales y espirituales».

Oración final

Oh apóstol insigne de la caridad, glorioso San Vicente de Paúl, que extendiste tu celo por la salvación del prójimo y remedio de sus necesidades; alcánzanos del divino Apóstol de nuestras almas, Cristo Jesús, un verdadero espíritu de caridad animado, del cual nos entreguemos sin reservas a la práctica de las obras de misericordia, a fin de ser del número de aquellos de quienes está escrito: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia». Así sea. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.